martes, 12 de mayo de 2015

Una sola legión





                           Repasaremos en nuestra piel los trazos que ha dejado el otro

                           sólo para encontrar nuevos rincones que compartir. 


                            Y defenderemos con uñas y dientes 

                            la geografía de nuestros cuerpos desde un único bastión, 
                                        
                            con un sólo argumento y una sola legión: 

                            nosotros dos.


domingo, 24 de agosto de 2014

Mientras no me miras

¿Cómo educo en mí aquello que en ti escuece,
mientras trato de aprender a hacerte volar?
Y aunque negocio tras la cortina con mis flaquezas
No siempre mis impulos satisfacen mis aspiraciones

Pero sé que tras el alto el fuego y las cortinas de humo
Mi único anhelo eres tú
Y aunque el imperativo de lo habitual
Encarnice la batalla
Nunca olvides
Que tras cada paso que le robo al mundo
Esta el deseo de acercarme a ti

¿Cómo limpio en mi aquello que te ensombrece
mientras urdo maneras de atarte a mí?
Y siembro de voluntades mis gestos
Esperando el día en que huya de la disculpa

Pero a pesar del tiempo impregnado en las pestañas
nuestro significado desentierra lo nuevo
Y aunque a veces quiebre la luz sobre mi
Jamás olvides
Que siempre habrá un trazo de ti
En cada luz que encienda

miércoles, 14 de mayo de 2014

Tan tuyo






                 Mi corazón es tan tuyo
  que late distinto
               si te pienso

   
    Mi cuerpo es tan para ti
                que sonrío sin querer
          al mirarte


                  Mi mente te ama tanto
   que no sabe nada sin ti

sábado, 4 de mayo de 2013

Entre Tú y aquello que quiero

Más allá de la arena
En los confines del deseo humano
Tierno, febril, contradictorio
Elevado entre silencios
Mientras las manos negocian
Y al vencerte voy perdiendo

Ese abrazo que no te he dado
Te lo ofrezco al mirarte
Al profanar tu boca...
Al perfumar tu rostro...
Al enredar tu pelo...

Más allá de la edad verdadera
Siguiendo a ciegas un sendero
Derramado en nuestro mútuo espejo
Acurrucado entre las alas
De nuestro amoroso nada

Esa voz que no has escuchado
Está ahí presente
Perezosa de llegar a tu oído
Paseándose por tus manos...
Recostándose en tus mejillas...
Sembrando palabras por tu cuello...

Más allá de lo que no haremos
Entre tú y aquello que quiero
Flores hermosas de un poeta faldero
Lentos y rezagados
Esperamos ansiosos que llegue el momento


miércoles, 10 de abril de 2013

Adiós

El río agua lleva
Mas no suena, nunca suena
Y eterna es la boca
Que dijo mi nombre
Y compró mi tristeza

No puedo besar con gracia
Los labios de un muerto
No quiero rizar tu pelo
Ni verlo tan negro
No quiero sentir la tierra
Y soñar con el cielo

Quiero un corazón libre
Quiero querer aunque creo
Que aún dulces, los besos
No calman mi duelo

Y prefiero estar solo
Que no acompañarte
Prefiero marcharme
Que hacerte esperarme.

sábado, 6 de abril de 2013

Tener






Tiene una cara alada
Que alberga tesoros
Que con los años
Se fueron acumulando

Tiene una sonrisa
Que se puede respirar
Y dos labios
Que son uno cuando besa

Tiene largas pestañas
Oscuras y ansiosas
Que abrigan su espera
Y esconden sus noches rosas

Tiene luz
Y perfume en la mirada

Tiene un todo
Que no es nada
Si no está

Tiene

Y yo ya no tengo



lunes, 18 de febrero de 2013

El parpadeo

Mientras observaban los jabalíes devorar famélicos la comida de aquel improvisado picnic nocturno, él aprovechó la coyuntura para aproximarse más a ella. Embrujados por la luz de aquella noche de verano, el silencio no era un problema y la cercanía resultaba efervescente. Con la incauta torpeza de un primer beso, él atinó su tiro, pero la diana no sangró. Los labios de él se posaron en aquella boca que era desde aquella noche su único destino. Ella, sin embargo, escogió devolverle el beso con la mirada, un ósculo tácito pero intenso, tratando de expresarle al corazón de él, el deseo aprisionado en su quietud.

Él, tocado por un corazón que sólo había intuido y ella, tentada de tomar la mano de él, salieron al paso de aquel jardín de medianoche sin dejar del todo de vigilar a las bestias y su festín en honor a la pareja.

Subieron al coche y se escondieron entre risas y ganas de saber del otro. Él condujo tranquilo, feliz y triste a un tiempo, mientras ella le explicaba el cómo y el porqué, con cuidado y recelo, con miedo a empezar a verlo a él.

Acogidos por una ciudad dormida, atravesaron la avenida principal hasta llegar a casa de ella.
Se dieron dos besos y ella se despidió sin epílogos ni rodeos. Y él la correspondió con la mejor de sus sonrisas, tratando que sus ojos le transmitieran la felicidad y ocultaran la tristeza por no verla más, mientras veía como aquella mujer desconocida había obrado en él, tanto tiempo después de nacer, el don de la vida.

Ella entró en su casa y anduvo hasta su cuarto como un autómata. Se afirmó en su postura, y deseó que hubiera sido distinta. Aún con la pena de lo que no había podido ser, se tumbó en su cama y pensó si lo volvería a ver.

Él llegó a casa y decidió reemplazar el malogrado picnic por unas sobras de la nevera. Contemplando cómo el plato giraba hipnóticamente en el microondas, pensó en lo aleatoria que podía ser la vida y la precisión con la que, sin embargo, habían conectado los dos.

Decidido a olvidar lo que no se puede, apagó las luces y se metió en la cama.

A pocos metros de él, su móvil parpadeaba con un aviso de mensaje.


Imagen por Rikki Kasso